Gabriel García Márquez (1927-2014),
Prêmio Nobel de Literatura 1982
Um dos mestres da literatura latino-americana foi-se da carne para entrar na história, deixando um belo legado para os leitores de hoje e de amanhã: o colombiano “Gabo”, como era conhecido, ganhador do Prêmio Nobel de Literatura de 1982, era um sublime artista do verbo e um genioso contador de histórias (e também de estórias, já que se aventurou nas sendas do jornalismo e da não-ficção). Aproveitem para relembrar um dos mais célebres e clássicos livros de García Marquez, “Cem Anos De Solidão” (de 1967) – cujo ebook completo, a ser saboreado no espanhol em que foi escrito, disponibilizamos para download gratuito no link a seguir: http://bit.ly/1jaETSb (PDF, 2 MB). Descanse em paz, mestre!
Começa assim:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.» José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.» Pero José Arcadio Buendía no creía en aquel tiempo en la honradez de los gitanos, así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados. Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo. «Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa», replicó su marido. Durante varios meses se empeñó en demostrar el acierto de sus conjeturas. Exploró palmo a palmo la región, inclusive el fondo del río, arrastrando los dos lingotes de hierro y recitando en voz alta el conjuro de Melquíades. Lo único que logró desenterrar fue una armadura del siglo xv con todas sus partes soldadas por un cascote de óxido, cuyo interior tenía la resonancia hueca de un enorme calabazo lleno de piedras. Cuando José Arcadio Buendía y los cuatro hombres de su expedición lograron desarticular la armadura, encontraron dentro un esqueleto calcificado que llevaba colgado en el cuello un relicario de cobre con un rizo de mujer…”
Leia os obituários de: New York Times, AlJazeera, NPR, The Telegraph, The Guardian, Flavorwire, The New Yorker.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
The Nobel Prize of Literature lecture (1982) [excerpt]:
“Latin America neither wants, nor has any reason, to be a pawn without a will of its own; nor is it merely wishful thinking that its quest for independence and originality should become a Western aspiration. However, the navigational advances that have narrowed such distances between our Americas and Europe seem, conversely, to have accentuated our cultural remoteness. Why is the originality so readily granted us in literature so mistrustfully denied us in our difficult attempts at social change? Why think that the social justice sought by progressive Europeans for their own countries cannot also be a goal for Latin America, with different methods for dissimilar conditions? No: the immeasurable violence and pain of our history are the result of age-old inequities and untold bitterness, and not a conspiracy plotted three thousand leagues from our home. But many European leaders and thinkers have thought so, with the childishness of old-timers who have forgotten the fruitful excess of their youth as if it were impossible to find another destiny than to live at the mercy of the two great masters of the world. This, my friends, is the very scale of our solitude.
In spite of this, to oppression, plundering and abandonment, we respond with life. Neither floods nor plagues, famines nor cataclysms, nor even the eternal wars of century upon century, have been able to subdue the persistent advantage of life over death. An advantage that grows and quickens: every year, there are seventy-four million more births than deaths, a sufficient number of new lives to multiply, each year, the population of New York sevenfold. Most of these births occur in the countries of least resources – including, of course, those of Latin America. Conversely, the most prosperous countries have succeeded in accumulating powers of destruction such as to annihilate, a hundred times over, not only all the human beings that have existed to this day, but also the totality of all living beings that have ever drawn breath on this planet of misfortune.
On a day like today, my master William Faulkner said, “I decline to accept the end of man”. I would fall unworthy of standing in this place that was his, if I were not fully aware that the colossal tragedy he refused to recognize thirty-two years ago is now, for the first time since the beginning of humanity, nothing more than a simple scientific possibility. Faced with this awesome reality that must have seemed a mere utopia through all of human time, we, the inventors of tales, who will believe anything, feel entitled to believe that it is not yet too late to engage in the creation of the opposite utopia. A new and sweeping utopia of life, where no one will be able to decide for others how they die, where love will prove true and happiness be possible, and where the races condemned to one hundred years of solitude will have, at last and forever, a second opportunity on earth.”
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E-BOOKS (IN ENGLISH / FULL)
Publicado em: 28/04/14
De autoria: casadevidro247
A Casa de Vidro Ponto de Cultura e Centro de Mídia